lunes, 20 de junio de 2022

BUENA SUERTE, LEO GRANDE

 En la que debe ser la más digna y hermosa actuación de su digna y hermosa carrera, Emma Thompson nos regala una faceta actoral absolutamente bella, desconocida, honesta y espectacular en "Buena suerte, Leo Grande", una película donde todos los mitos comerciales sobre la sexualidad y la belleza física van a parar al albañal de donde salieron.

Pero la inglesa no está sola pues -haciéndole par en una actuación que, sin ser del oficio, considero harto difícil- conseguimos en el film al irlandés Daryl McCormack quien, sin llegar aun a los treinta años, dispuso de la valentía de hacer, con una actriz a la que seguro respeta y admira, unas escenas que, por su atrevimiento e iconoclastia requieren de mucho coraje. Pero no voy a describir con burdas palabras lo que, por su belleza, fue hecho para ser visto y no descrito.

La economía de recursos materiales de la película es asombrosa, puesto que su estructura teatral se apoya sobre la base de los inteligentes diálogos de los dos personajes principales, casi que únicos, porque los secundarios están bastante reducidos tanto en el tiempo como en el impacto y no pasan de tres. Esos diálogos que acabo de comentar llevan al espectador con mucha frecuencia a la risa y, en momentos cumbres, a las lágrimas. Pero también hay en la película escenas sin palabras que descolocan completamente el corazón: hay que prepararse para un final absolutamente indescriptible y, de seguro, inesperado.

Yo no sé si existe eso que se llama toque femenino o si es un invento o eufemismo más de la condescendencia social, que quiere elaborar méritos para compensar la segregación de la que han sido víctima las mujeres durante buena parte de nuestro atrás histórico. Pero no deja de ser un detallazo que quien dirige esta película se llame Sophie Hyde.

En lo que sigue la película va a sonar. Tengan la seguridad de que sí. Y, con todo y su salida temprana en este año, va a estar presente en muchas premiaciones del que viene. Luego hablamos. Mientras tanto deberíamos pensar en lo de incluir el placer como materia obligatoria en las escuelas.