¿Sabías, lector, que la primera persona que escribió un programa para computadoras fue una mujer? ¿Y que, además, era hija de un poeta: el gran Lord Byron? Se llamaba Ada Byron, (1815-1852) heredera particular del talento de su padre, aunque orientado por las inquietudes de su madre, pues ésta prefería la matemática a la poesía, a tal punto que su famoso marido cambió su nombre de Anabella Milbanke al sobrenombre de "Princesa de los paralelogramos". El matrimonio del poeta y Anabella fue fugaz y, según parece, lo único rescatable que dejó fue la talentosa niña.
Ada Byron escribió su programa en la flor de la juventud, pero lo malo del asunto es que el dichoso programa nunca pudo ser probado, por la sencilla razón de que la máquina que lo ejecutaría -la máquina analítica- nunca fue terminada de construir.
No nos hagamos una mala idea de este caballero. El tiempo demostró que todos sus conceptos eran acertados en lo esencial. Sin embargo, las cantidades de energía necesaria para hacer funcionar sus máquinas con puras partes mecánicas, nunca estarían a la disposición. Cuando lo mecánico se sustituyó por pasos de pequeñas corrientes eléctricas, es decir cuando apareció la electrónica, entonces la computadora pudo estar a la disposición del hombre, con esquemas de cálculo y lógica idénticos a los propuestos por Babbage, lo que hizo que la posteridad denominara a éste con el mote de Padre de la computadora.
Ada Byron y Charles Babbage se conocen en el año de 1834, en una visita que la joven dama de 17 años hiciera al taller del ya maduro inventor y matemático. La fama de Babbage era tal que ir a conocer este taller formaba parte de los pasatiempos de la gente acomodada de la época y Ada lo hizo acompañada, nada más y nada menos, que de la notable científica Mary Sommerville y de Sophia Morgan, esposa del gran lógico Augustus de Morgan. Un trío de mujeres relacionadas colateral o activamente con la ciencia no era un espectáculo común en la ya conservadora época previctoriana.
Se inicia entonces lo que pudiera llamarse un matrimonio científico, pues la muchacha comprende de inmediato el funcionamiento de la máquina, escribe un libro sobre la misma y, como ya mencionamos, escribe un programa, el cual consistía en calcular unos números llamados números de Bernouilli, en honor al matemático que los había descubierto en el siglo anterior.
Bueno... todas estas cosas se quedaron en el tintero: las visiones de Babbage eran muy adelantadas para su época. Pero, de la misma manera, su genialidad lo llevó a la imprudencia, en la que arrastró a la bella Ada quien, ostentaba el título de condesa de Lovelace, por ser la esposa del acaudalado conde William Lord King.
El caso es que Babbage llegó a considerar muy seriamente que había descubierto una fórmula infalible para ganar las carreras de caballos, lo que serviría para el financiamiento de sus proyectos científicos. Convenció a Ada de ello y ésta convenció a su marido. Y nadie –óigase bien: ¡nadie!– va a encontrar fórmulas infalibles para ganar en los juegos de azar. Al final la familia King Byron quedó en la bancarrota; matrimonio e inventor se pelearon y hasta allí llegó la cosa.
El primer lenguaje de programación diseñado para la armada de los Estados Unidos se llamó Ada, en honor a nuestra heroína.
Hola Douglas. Como siempre muy interesante tu blog. Un par de acotaciones:
ResponderEliminar1) la razón por la cual las máquinas de Babbage no funcionaban no era la falta de energía, sino el escaso desarrollo de la mecánica de precisión de la época, que no permitía la fabricación de ejes, ruedas dentadas y engranajes dentro de las especificaciones indicadas por Babbage, lo cual hacía que la máquina se trabara.
Pero unos años después el ingeniero sueco Scheutz construyó una máquina basada en el segundo diseño de máquina de diferencias de Babbage, que estuvo operativa en 1860 y funcionó durante varias décadas, calculando tablas de logaritmos, tablas balísticas, efemérides, etc.
2) ¡Las carreras de caballos no son un juego de azar! (aunque éste intervenga en cierta medida).
Héber:
ResponderEliminarGracias por leer y, además, participar y enriquecer. Muy interesante tu punto 1). (A mí me parece que mis lectores hacen caso omiso de los comentarios; en mi opinión eso es lo mejor que tienen los blogs. Fíjate la dimensión que adquiere esta entrada con este comentario tuyo. Cuando yo entro a un blog siempre leo los comentarios o, por lo menos, les echo un vistazo ya que, en algunos casos, la sección de comentarios supera a la entrada varias veces en extensión. Yo no he tenido esa suerte.)
En cuanto al punto 2) con los caballos pasa lo mismo que con cualquier actividad deportiva o parecida. En un grand slam de tennis, los primeros juegos del torneo siempre los ganan los sembrados porque salen a jugar contra los aspirantes a ganarse un lugar en la clasificación; sin embargo a veces suceden sorpresas. Ya para la final, la posibilidad de acertar con total seguridad va disminuyendo. Para este Abierto de EE UU, se vaticina que la final quedará entre Federer y Roddick. Este vaticinio, por definición, es azaroso pero si se diera, las posibilidades apuntan a Federer. Ahora bien, como decimos en criollo, Roddick no es mocho.
Saludos Douglas. Hace unos meses compré en la librería Nacho del Sambil la novela Los Secretos del Club Lázaro. Es una novela cuyo aspecto exterior se asemeja a tantas novelas estilo bestseller que abundan en la actualidad. Lo que me llamó la atención fué que en la contraportada hace mención a una sociedad secreta de la Inglaterra del siglo XIX ( epoca en la cual esta ambientada ) constituida por los sabios Isambard Kingdom Brunel, Charles Babbage y Charles Darwin, entre otros. La novela es de naturaleza policial (soy aficionado a ese tipo de literatura)y es escrita por Tony Pollard. No la he leido porque esta en una cola más o menos larga, pero en estas vacaciones quizás lo haga. Muy buenos tus comentarios pues promueven la reflexión y el pensamiento. Hasta luego Douglas. (Pablo Pérez)
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