lunes, 19 de julio de 2021

VEJEZ Y VOLUNTAD: "THE LEISURE SEEKER", DE PAOLO VIRZI

      


    Que un imbécil de más de cuarenta años de edad confiese sentir náuseas al ver a sus padres en la saludable y reconfortante práctica del cunnilingus, no es más que la constatación del triunfo social y religioso contra Eros. Admitiendo la postura de Octavio Paz, según la cual la metáfora sexual, a través de sus infinitas variaciones, dice siempre reproducción; la metáfora erótica, indiferente a la perpetuación de la vida, pone entre paréntesis a la reproducción, entonces es claro que, una vez agotada la posibilidad reproductiva, el ejercicio del sexo va adquiriendo niveles cada vez mayores de reprobación, a medida que la vejez va ocupando su natural espacio.

    (Escribo vejez con sus cinco letras. Me resisto a dejarme ganar por los eufemismos tipo tercera edad o, peor todavía, juventud prolongada. La corrección política ha deformado el lenguaje a extremos harto idiotizantes. Por lo demás, no es la primera vez que me manifiesto en este sentido; al respecto remito a La vejez: algunas visiones cinematográficas y La vida empieza hoy, Laura Mañá.)

   
La vejez produce muchas limitaciones, tantas que no ha faltado quien haya querido asimilar este estado de la vida a una segunda infancia. Pero esta, como tantas otras visiones de alcance limitado, olvida que el viejo dispone de dos cosas de las que no dispone el niño: (a) recuerdos y (b) voluntad basada en la experiencia. Mientras haya un gramo de lucidez en la conciencia del individuo, ambas características son entes constitutivos de personalidad, exigentes de un espacio de respeto, que no siempre ha sido fácil ganar.

   
The leisure seeker, cuya traducción literal es El buscador de ocio, es una película de 2017, dirigida por Paolo Virzi. He visto de ella por lo menos dos títulos en español: El viaje de sus vidas y Nuestra última aventura, que es como se titula en la plataforma Netflix, donde está disponible. No deja de ser interesante el hecho de que su estructura narrativa es la de una road movie, una película de carretera, género difícil de asociar a la vejez; allí comienza su atrevimiento y es dónde se genera su interés principal, más allá de todas las críticas que la presentan como una película en extremo previsible en su línea argumental.

 
   Para sustentar su propuesta con la mayor veracidad posible, Virzi la apoya en dos gigantes de la actuación: Helen Mirren y Donald Sutherland en los papeles de Ella y John, dos viejos que, al igual que los personajes de Laura Mañá, deciden que la vida empieza hoy y no es justo que el viejo home car arrumado en el garaje -ese que muchas veces acompañó aquellas aventuras juveniles y de madurez- termine sus días, como ellos, en la monotonía de un obligado encierro.

    A partir de esta decisión, tomada a lo Propercio (en las cosas grandes, el solo acometerlas honra), inician un viaje sin retorno en el que, sin pedir permiso, le ganan a la vida la intensidad que le negaría la rutina, porque esta última -fatalmente- les conducirá a idéntico resultado. Volvamos a Octavio Paz: El significado de la metáfora erótica es ambiguo. Mejor dicho: es plural. Dice muchas cosas, todas distintas, pero en todas ellas aparecen dos palabras: placer y muerte.

    Nacemos para morir: lo interesante de la vida es lo que dejamos entre los dos extremos de este intervalo. El nacimiento se asocia a la alegría, la muerte al dolor; cada uno niega al otro. Nos hemos empeñado en concebir la vida como una curva acampanada, cuya primera parte creciente corresponde a la alegría y a Eros, mientras que la segunda -en bajada- al dolor y Tanatos. Ella y John hicieron lo posible para no permitir que, en sus últimas horas, Tanatos ganara la preponderancia que, hasta por imposición social, se espera que tenga. La voluntad también es algo que la propia vida -en tanto vida- nos da permiso para ejercer.

10 comentarios:

  1. Siempre leo tus comentarios sobre cine y todos me han parecido excelentes. Tanto que he publicado algunos en Continuidad y Cambio. Lo mesmo haré con éste en el número de agoso de la revista. Saludos, LFT

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    1. Gracias, Luis. Tú sabes que tienes permiso para publicar cualquier artículo de este blog.

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  2. Para mí, Helen Mirren es un ejemplo de una mujer en todo su esplendor, tanto de años como de contextura física y actitud vital. Yo la admiro, así como a Jane Fonda, otra de mis Pablo Pérez.

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    1. Yo también adoro a Helen Mirren, Pablo. Es una actriz que se pierde de vista. Con esta película se ganó el Globo de Oro. Gracias por tu comentario.

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  3. VEJEZ Y VOLUNTAD

    En la vejez la piel es más fina y mas sensible al tacto y es el organo sexual por excelencia, ahora sabemos que la vagina no tiene terminaciones nerviosas, el clitoris 8.500, que el tiempo empleado en darle duro en la juventud tuvo un solo beneficiario. Ahora, en la vejez aprendemos que el encuentro de Cuerpos tiene que ver más con la sensualidad y es un aprendizaje que dura hasta la muerte, porque compartir y entretenernos con nuestro cuerpo o el del otro es un Gozo hasta la última exhalación orgásmica y solo con voluntad rompemos con todo aquello en nuestra mente lo impide, caminando con paso firme a la Libertad de Sentir.

    Giomar Sequera

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    1. Muy lindo tu comentario, Giomar. Gracias. ¿Ya viste la película?

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  4. Les comento que vi la película . Me pareció hermosa y triste a la vez por el final . Pero eso la hace más interesante y bella. La valentía de la protagonista de vivir sus últimos momentos de manera intensa al lado de su compañero, del cual se sentía responsable y enamorada. Descubrir un momento de infidelidad por parte de él. Castigarlo y dejarlo en el geriátrico. Volver y recuperarlo. Cumplir junto a él la aventura de viajar en la casa rodante para conocer donde vivió Ernest Hemingway. Y el gran final, trágico pero muy bien pensado. Se lució el director con esta película, excelente planteamiento de la vejez y las ganas de vivir con intensidad, pasión, desobediencia, valentía y hasta una frescura juvenil , muy a pesar de que los dos estaban muy enfermos.

    Considero que a pesar del desgaste del cuerpo por la edad, crece la sensibilidad, la pasión, en la medida que lo permitamos y estemos abiertos a nuevas experiencias, sin prejuicios estúpidos, dispuestos a seguir experimentando y sintiendo.
    Giomar en su comentario señala la importancia de la piel como receptor de sensaciones eróticas en la vejez. De acuerdo con ella, la piel y el tacto permiten descubrir un universo infinito de placer. No nos deja escapar de seguir en la aventura de la vida y del erotismo.

    Lilia Isabel Ramírez

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  5. Me llamó la atención su comentario sobre una película que recién acabo de ver por TV hace un par de días en la comodidad de mi casa.
    Pero me atrevo a confesar que su crónica se queda corta, quizás por el encanto que tiene la película al ser una narración lineal, bien dirigida, bien montada y actuada de manera profesional e impecable. No obstante, echo de menos un análisis más triturador de las ideas que están detrás del film.
    Primero que nada el énfasis de la narración a que la resolución de la situación de ambos ancianos es individual. Es de cierta manera una invitación para quienes se encuentran en situación similar a optar por la vía de la eutanasia, tan en boga últimamente en algunos países (España acaba de aprobar una ley sobre la materia). La narración conduce al espectador a justificar la solución de la pareja frente a otras opciones (el asilo, la familia, etc.). Se da por válido el suicidio frente a situaciones aparentemente terminales. Me pregunto si nos estarán invitando a que cada uno de los que lleguemos a la vejez lo mejor es terminar con nuestras vidas. Delicado mensaje, no le parece.
    El cine es un arte (y una tecnología) que ha sido muy útil para llevar mensajes que interesan a quienes los trasmiten y que pasan como simples historias. Desde que los nazis descubrieron el poder de propaganda del cine (aprendido de los maestros soviéticos), los anglosajones no han desperdiciado ningunos de los géneros de películas para trasmitir mensajes de interés para la permanencia de su dominación imperial.
    En el caso que nos ocupa logran la cooperación "desinteresada" de los socios de la Unión Europea a través de los italianos. Estos últimos se prestan para llevar un mensaje bastante claro a la población envejecida de sus países. Tal como la inefable funcionaria del Banco Mundial (hoy al frente del Banco Central Europeo, si no me equivoco) indicó, hace ya algunos años, que las sociedades de Occidente se encuentran con un gran problema: el rápido y masivo envejecimiento de su población. ¿Será la película nos indica que esa es una de las soluciones a tal problema? ¿No existe solución social al problema y debemos cada uno resolverlo a la manera que nos indican en la película? ¿Será que estamos frente a un discurso cinematográfico que nos dice que nos apañemos frente a esa inexorable realidad? A veces hay que pensar con cabeza propia los mensajes que nos envían a través de ese potente medio. Al menos eso me queda de ver tanto cine en estos tiempos.
    Saludos cordiales,
    Luis Marcano

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    1. Estimado Luis. Primero que nada debo darle gracias infinitas por haberse tomado el tiempo para escribir una respuesta tan sustanciosa como esta. Sus observaciones enriquecen saludable y generosamente esta entrada.

      No obstante, le manifiesto mis divergencias principales con su texto. Con él Ud. me hizo recordar "Antes del fin" de Ernesto Sábato. En una parte de esas memorias, el escritor argentino (inicialmente físico de profesión, de alta calidad, por lo demás) cuenta que, en su conflicto interno para emigrar de la ciencia a la literatura, entre varias amistades que hizo (muy influyentes en él) estaba la de un pintor con tendencias suicidas que, repetidamente, lo convocó a la experiencia. Según comenta Sábato, su respuesta invariable fue "No, amigo, yo tengo otros planes". Luego, el escritor nos informa que años después el pintor cumplió con su tendencia que, evidentemente, no era un capricho sino una visión de vida. Por su parte, Sábato, como Ud. sabe, murió de viejo... y bien viejo.

      Yo he criticado con anterioridad en este mismo blog lo que podría llamar visiones minorizantes de la vejez. (Por cierto, el famoso eufemismo "tercera edad" me parece una de esas visiones.) Al respecto, lo puedo referir a "La vejez: algunas visiones cinematográficas" (http://douglas-cine-matica.blogspot.com/2013/01/la-vejez-algunas-visiones.html), artículo en el que hago mención a Taro Aso, quien opinó parecido a la funcionaria que usted menciona.

      No se me escapa que el cine puede usarse (y se ha usado) como vehículo de propaganda de ideas. De hecho, todo buen cine lleva una proposición que puede interpretarse políticamente. Pienso en Chaplin, pero también en D. W. Griffith; pienso en Orson Welles, pero también en Leni Riefenstahl; pienso en Einsenstein, pero también en Clint Eastwood.

      Ahora bien, a menos de que ya hayamos llegado al "1984" de Orwell, cada persona está en obligación de apelar a su responsabilidad individual para la justificación de sus propios actos de vida. Ella, el personaje de Helen Mirren, es una enferma terminal, cuyo marido -hombre brillante que ya perdió el contacto con la realidad- está prácticamente a su cargo. No puede confiar en la estabilidad emocional de sus propios hijos y, en el mismo viaje, constata la agresividad del medio social. Si Ella muere primero, el destino de su marido puede ser profundamente incierto y triste. En cierto sentido, Ella se siente como Ramón Sanpedro (el autor de "Cartas desde el infierno", base de la película "Mar adentro" de Amenábar): presa de su tragedia e incomprendida socialmente. Por esa razón, procede como el propio Sanpedro: toma su decisión individual.

      No puedo interpretar esa decisión de Ella como una invitación. Pero, en caso de que lo fuera, puedo adoptar la postura de Sábato. La decisión individual como todos los aspectos de la vida, tiene sus bemoles. Pero es imposible negarle su propio espacio.

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