domingo, 25 de octubre de 2009

"Cashback" de Sean Ellis

Dos personajes interesantes en un mundo de personajes anodinos: ésa pudiera ser una definición de "Cashback", película del director británico Sean Ellis, quien -habiendo ganado varios galardones con un corto (2004) del mismo nombre y tema- se lanzó a la aventura de convertirlo en un largometraje (2006), ofreciéndonos un producto que se puede calificar como más que aceptable.


Ben Willis, estudiante de artes plásticas, sufre de insomnio. Se lo produce una reciente decepción amorosa planteada en muy violentos e irracionales términos. El insomnio significa ocho horas extras al día que deben llenarse de alguna manera. El tiempo (Cronos) es contradictorio, ya lo veremos. Por lo pronto, basta con decir que el mismo Borges se sorprendía de la equivalencia entre "matar el tiempo" y "hacer tiempo". Y la mente de Ben, acostumbrada a la búsqueda constante de la belleza, necesitaba una forma urgente de matar o hacer el tiempo, en un espacio en el que los estímulos visuales se reducen al mínimo. Por eso, la solicitud de un empleado de buena presencia, para horario nocturno, en un supermercado atendido por una atractiva aunque aburrida cajera, se convierte para Ben en la mejor manera de invertir el insomnio: "Yo les doy ocho horas que me sobran y ellos me pagan. Cashback." La palabra se compone de "cash", efectivo y "back", devolución; el lector buscará su propia definición.

Sin embargo, una vez instalado en su trabajo, a las órdenes de un jefe cuyas ínfulas (¡ínfulas de todo, por cierto!) no logran disimular lo soso de su personalidad, Ben no puede evitar su propio introspectivismo en busca de la belleza pero, en particular, de la belleza femenina. No lo distrae de esto ni las impertinencias del jefe, ni la compañía de otros dos empleados que se empeñan en hacer de la inteligencia un objeto de desperdicio, así como la presencia posterior de un nuevo empleado que mata su propio tiempo en una demostración permanente, inútil y pedante de sus habilidades en las artes marciales. Lo único que pareciera tener algún tono en esta acuarela acromática de personalidades es la presencia de la cajera Sharon (Emilia Fox) en la cual, sin embargo, repara luego de un incidente trivial asociado a un trozo de pepinillo que se empeña en permanecer adosado al rostro de la muchacha.


Si me perdonan la cacofonía he de decir que "Cashback" está hecha de flashbacks, los que nos explican el carácter de Ben y sus inclinaciones erótico-artísticas. Estos retrocesos temporales refuerzan la rara habilidad con la que nos sorprenderá Ben: será capaz de detener el tiempo a su voluntad. Así, con esta extrañísima habilidad, Ben podrá congelar, como quien usa el control remoto de un aparato de DVD, instantes precisos en los que las hermosas clientas (salvo alguna ancianita, este supermercado parece no tener clientes femeninos sin medidas perfectas) están a la disposición de Ben, quien aprovechará el momento para desnudarlas a sus anchas y buscar el mejor ángulo en el cual llevar al papel sus hermosas líneas. No se trata de la labor de un pervertido que disfrutará de sexo fácil; eso sería la actitud de sus descerebrados compañeros... No. La posición de Ben ante su particular capacidad es absolutamente estética.


Aristóteles, con su miedo al infinito actual, convirtió al tiempo en un absoluto ente de razón: al ser el presente solo el punto divisorio entre el pasado y el futuro, el pasado algo que no es en tanto presente que dejó de ser y el futuro inexistente puesto que es apenas una promesa, lo que queda del tiempo es la noción que nuestra mente tiene de él. La física de Newton pudo haber asumido idéntico punto de vista, pero al recibir subsidio del cálculo infinitesimal se atrevió a dar cara al infinito actual y el presente asumió la extensión de un infinitesimal: no nulo en su infinita pequeñez. Tal concepción coincide con la fisiología, que asimila el presente a un intervalo de tiempo en el cual la percepción no cambia, intervalo que es variable para cada persona. Tal como escribe Georges Schaltembrand: "Parece que Mozart era a veces capaz de intuir una nueva composición desde la primera hasta la última nota. Por lo tanto, no creo en una longitud universal del presente en el tiempo."


Pero no podemos pretender tanta rigurosidad del cine. El cine es una gran mentira, mas no puede disfrutarse de él a menos que nos hagamos cómplices de la propia mentira de la cual somos víctima. En "Amadeus", Milos Forman nos cuenta a Mozart a través de un archienemigo que se mediocriza en la medida que su odio carcome sus entrañas más y más. Según parece, la rivalidad no llegaba a tanto, como tampoco la mediocridad de Salieri. Pero, ¿qué nos importa como espectadores? "Amadeus" es una obra maestra, y basta.

Un buen director lo es justamente en la medida en que su invitación a la complicidad nos atrape por completo. No se puede decir, entonces, que Sean Ellis es mal director, en tanto nos hace aceptar una premisa que en el propio planteamiento lleva la base de su autodestrucción teórica. Una de las frases más absurdas e incoherentes que haya oído yo jamás en obra artística alguna es la que dice Ben casi al final del filme: "Detuve el tiempo por dos días". La rechazo desde mi capacidad de análisis, pero como espectador la disfruto. En lo que Ellis no consigue hacerme cómplice es en su banal y complaciente final feliz hollywoodense, armado a expensas de una trama que consigue el asentimiento sobre la demostración de una excelente calidad, que no necesitaba genuflexiones comerciales.

2 comentarios:

  1. Douglas!! que brillante interpretación de Cashback.

    Con Sharon (la cajera) me pasó que al principio no me resultó nada atractiva (te dejo la doble negación para otro análisis). Creo que nos vamos enamorando de ella (Ben también) a medida que transcurre la película y el director nos va dejando ver el resto de sus facetas.

    Encontré también rasgos de fino humor inglés (uno de mis preferidos después del materno rosarino) y sin embargo no lo mencionaste. Te hizo reir?

    Te dejo un para de frases vinculadas al tiempo. Una de Borges que dice que "El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer" dando una idea contraria a la de Aristóteles para quien el futuro es inexistente.

    La otra (no se de quién): "Predecir es difícil, sobre todo el futuro".

    Un abrazo.
    Ricardo Cohen.

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  2. ¡Gracias, Ricardo!

    Creo que no vemos atractiva a Sharon por dos razones: una, su aburrimiento que la hace parecer insípida; otra, la imagen anterior de Suzy, la ex-novia de Ben que además de ser muy bella nos la presentan muy bien iluminada. Para enamorarnos de Sharon necesitamos saber que es muy inteligente y, además, una buena iluminación. La fórmula es imbatible.

    ¿Humor, dijiste? Debo tener muy mala memoria o muy mal humor... Je, je... No me creas, pero es que el humor inglés es muy refinado. El jefe y la chica exhibicionista (cuyo show evoluciona) son ejemplos de humor, algo negro y muy británico, sin duda.

    Ojalá saquemos tiempo uno de estos días para hablar sobre el tiempo. Es un tema apasionante.

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