lunes, 24 de octubre de 2011

El rumor de las piedras

El tema social siempre ha sido una veta importante para el cine venezolano, a pesar de la opinión de la clase media venezolana que, reproduciendo las conductas impuestas desde el poder económico criticó duramente el cine de los años setenta como un cine de groserías, prostíbulos y delito.

Sin embargo, más allá de los éxitos (bien merecidos, por cierto) que puedan tener películas asépticas como Oriana, por ejemplo, el cine venezolano necesita reflejar las zonas de nuestra realidad que algunas hipocresías quisieran meter debajo de la alfombra. Si no quieren creer que  esta forma de hacer cine tiene múltiples adeptos en el público venezolano basta recordar el reciente éxito de Hermano de Marcel Rasquín.

Quizá como efecto de nuestra polarizada actividad política, la tragedia de Vargas de 1999 ha sido poco analizada en sus consecuencias.  Alejandro Bellame, el mismo director de El tinte de la fama, ha intentado llenar parte de ese vacío con su más reciente obra El rumor de las piedras, consiguiendo en el intento una obra de factura universal, que puede verse y comprenderse desde cualquier perspectiva social o nacional.

Una rápida sinopsis de la película es la siguiente: Una madre varguense pierde a uno sus hijos (la hija, para ser más específico) tratando de salvarlos a los tres de la tragedia. Emigra de Vargas a Caracas donde lucha desesperadamente para que los dos varones que se salvaron no caigan víctimas del sórdido entorno del barrio en el que les tocó vivir. La lucha no será fácil; por el contrario, se trata de un esfuerzo tortuoso que se transmite íntegro al espectador, y es difícil ver la película sin sentir una profunda sensación de ahogo.Sin embargo, la película no hace mención a lugares. Los venezolanos sabemos que se trata de Vargas y Caracas porque estamos en el contexto, pero un espectador de otras latitudes tendrá que aceptar, persuadido por el poder de las imágenes, que lo planteado es de una trascendencia tal que no necesita especificar lugar y fecha.

Personalmente me deslumbró de la película la poderosa cámara de Alexandra Henao y Jesús Ayala. Es uno de los recursos mejor utilizados de la película: los primeros planos, las tomas cenitales, los desenfoques en los diálogos... todo... todo contribuye a crear el clima opresivo de la película, que algunos han criticado duramente, pero que a mí me parece que es lo mejor que tiene.

Las actuaciones no se quedan atrás, salvo la abuela que en ocasiones la siento un tanto floja en el conjunto. Particularmente, fascina la actuación del niño Juan Carlos Núñez, inesperada para alguien de esa edad (inesperada quizás desde nuestra propia incapacidad para reconocer lo grande de la inteligencia infantil). El elenco completo es: Rossana Fernández (Delia), Christian González (El hijo mayor de Delia, William), Juan Carlos Núñez (El hijo menor de Delia, Santiago), Arlette Torres (Marisol), Alberto Alifa (David), Aminta de Lara (Raiza), Verónica Arellano (Chela), Zapata 666 (El mota), Laureano Olivares (El fauna), Yonaikel Burguillos (Yeyson).

La música, muy convincente para el tono de la historia, fue manejada por Daniel Espinosa, Alfonso López y Justo Morao. Como ya dijimos, la película fue dirigida por Alejandro Bellame y su guión fue escrito a cuatro manos entre el mismo Bellame y Valentina Saa. Una buena reseña audiovisual la pueden ver en este video.

5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo Douglas, en líneas generales es una buena película, las actuaciones muy bien dirigidas, sin embargo en los últimos minutos, cuando William está en la cárcel, la escena no corresponde con nuestras cárceles venezolanas, comienza allí un distanciamiento entre la película y la realidad venezolana que es característica de este film, luego vemos el viaje por una avenida emprendido en la camioneta vieja, excelente imagen con esa camioneta destartalada, pero una vez en la playa, ya para finalizar, Delia baila, ¿intento de ballet?, frente al horizonte del mar, es una imagen ridícula para lo que ha sido y representa Delia. En toda la película Delia no nos había sonreído, ni siquiera con el cuento de la casa, que después fue un fraude, ella representa un personaje que no se recupera tan fácilmente aunque queramos darle a la película un final optimista, es un error de dirección, una verdadera lástima porque lo más difícil de la película ha pasado, pero reitero, no es un error de actuación, es de dirección. Es muy característico en nuestro cine venezolano “desinflarse” en los últimos momentos, “aflojar el final”, de esto hay una larga lista cuando sabemos que una buena película debe tener un buen comienzo y un buen cierre en correspondencia con todos los elementos planteados.

    Roberto Valecillos

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  2. Hola Douglas
    El día que colgaste este comentario, yo venía precisamente de ver la película, que como bien dices dja un nudo en la garganta. Y es que los venezolanos preferimos ir al cine a ver la historia de Vietnam,o simplemente comprar los quemaitos de Cartel de los sapos Pero por qué esto... Por qué si aquella pudiera ser una realidad más cruda?
    dos son los motivos, uno porque nos toca directamente, no nos gusta vernos a nosotros mismos y esas miserias que laten en cada una de nuestras calles. Lo segundo es que los ejemplos de los otros países ya pasaron, pero lo nuestro, lo nuestro está vigente, se ve, se escucha, se siente y se vive a cada minuto.
    A mi me gustó la película de Alejandro Bellame porque siento que es una manera de unir dos realidades, como la tragedia de Vargas y lo que se vive en las barriadas, de una manera diferente.
    La música nos acompañó, guiandonos por esas tramas.
    Me gustó sobre todo las diferencias entre los personajes. Ver a delia sin una gota de maquillaje, toda gris, casi como una piedra, sin ilusión de enamorarse, y ver a su amiga pintada, con los cabellos sueltos, utilizando blusas escotadas, durmiendo con un hombre del cual no sabe ni si quiera el nombre, es un juego y un paralelismo del director muy interesante que lo repite en toda la película. Con los dos niños por ejemplo lo hace, al igual que con los dos hermanos. E incluso con la abuela y la hija...
    También me llamó la atención todas las veces que se nombró la palabra piedra y que fue utilizada como referencia, así como las veces que la mostraron en esquinas y en detalles... muy bueno.
    El diálogo de David (muy asertivo el nombre) con el niño sobre las piedras, es un punto de referencia increible en la película.
    y amigo Roberto, la risa de Delia yo lo entiendo como el rumor que necesita escuchar Santiago su hijo, ese es el rumor de las piedras para él, para la abuela es el sonido del mar y para Delia es la felicidad después de haber vivido con tanta amargura
    Siento que por lo menos el final fue distinto, no murió ninguno, cosa increíble con el tipo de policías que tenemos en Venezuela... Quedan vivos y eso es sinónimo de esperanza, de aprender las lecciones y seguir adelante.
    Un abrazo, Adriana Ciccaglione

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  3. Los dos comentarios indican que se trata de una obra que no deja indiferente al espectador. Se puede discutir su calidad o sus aspectos formales como hace Roberto, pero se tiene que admitir que es un producto fuera del montón. Se puede ver con el corazón, como parece ser el caso de Adriana (y el mío propio, ¿por qué no?), pero también reconocer en ella elementos formales que la hacen una obra para marcar historia: sus actuaciones, su ritmo, su fotografía, su guión, su música. No creo que el 1% de los 700 mil espectadores de "Er conde Jones" se planteen dilemas como éstos, propios solamente de las obras trascendentes.

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  4. Gracias por tu empeño en que rompa mi rutina. Veré la película y diré mi opinión Gracias. Ibar Varas

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