Identificada por primera vez por Fermat en 1703, fue Grandi quien quince años después mostró cómo construirla. A causa de su forma, la denominó versoria, latinismo que significa cuerda que anuda un marino. Llevada al italiano, Grandi la transformó en versiera, nombre con el que fue recogida en el famoso libro de la italiana María Gaetana Agnesi. (Se supone que se debe pronunciar Añesi, ya que hablamos de una italiana; pero confieso que me gusta mucho más pronunciarlo como lo leo en español. Tú decides, lector.) Cuando este libro fue traducido al inglés por Colson en 1760, este traductor interpretó la versiera como l'aversiera, que significa poseída por el demonio o bruja, nombre con el que finalmente se instaló en la historia.
Nada extraño que, con esta formación, intentara optar por la vida del convento. Negada esta posibilidad, sin embargo, dedica su vida al retiro espiritual en la religión y la matemática, ayudada en esta empresa por Ramiro Rampinelli, matemático de las universidades de Roma y Bologna, quien era uno de los invitados a las tenidas intelectuales organizadas por su padre en su natal Milán.
Rampinelli motiva a María Gaetana a escribir un libro sobre la matemática de la época, que recibió un título que podemos traducir como Instituciones analíticas para el uso de la juventud italiana. Este texto llegó a conocimiento del Papa Benedicto XIV, (este nombre como que no le gusta mucho a los papas) persona aplicada a la matemática en su juventud; el papa lo lee con tanto entusiasmo como para proponer una plaza académica en la Universidad de Bologna para su autora, pero ésta no aceptó la oferta porque prefería continuar su vida de retiro y las reuniones intelectuales organizadas por su padre.
Su padre muere en 1752 y María Gaetana dedica toda la fortuna del difunto a trabajos de caridad hasta que termina con ella. Muere absolutamente pobre a la avanzada edad de ochenta años en 1799. Dejó a su bruja como el principal recuerdo de su vida de piedad y retiro.
La bruja de Agnesi tiene aplicaciones a problemas atómicos de resonancia y en estadística; la distribución de Cauchy corresponde a una bruja achatada. Lo más seguro es que ni Fermat, ni Grandi, ni Gaetana pensaban en esto cuando jugueteaban con ella.
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