jueves, 22 de marzo de 2012

Matemáticos longevos

Revisando la página del MacTutor, una de las más importantes de divulgación matemática de la web, y pensando en matemáticos que murieron a muy corta edad, me dio por hacer un pequeño muestreo, lo más aleatorio que pude, para determinar (aunque fuera en forma superficial) qué es más común entre los matemáticos: la muerte a corta edad o la longevidad. Para alegría de mis colegas (supongo), parece que esta última característica es la dominante.

A lo mejor es tratar de buscarle la quinta pata al gato, un intento de mostrar alguna relación entre cualquier ejercicio intelectual y la duración de la vida de quien lo realiza. Pero la curiosidad da para todo y, ya puestos en este plan, uno puede dejar de lado la aleatoriedad estadística y pensar en algunos ejemplos muy concretos, sabiendo además que son muchos los que se van a quedar por fuera.

Es bueno aclarar, porque es la motivación de la entrada y, además, para no parecer demasiado influido por alguna posición predeterminada que hay matemáticos importantes que han muerto muy jóvenes. Los más notorios son los casos de Galois y Abel; el primero murió a los 21 y el segundo a los 32. Es importante saber que a Galois lo mataron de un tiro y Abel murió de consunción o, para decirlo más claramente, de hambre. Riemann murió a los 40 de tuberculosis. A lo mejor algunos de ustedes, lectores, se animan a incluir más gente en esta lista.

Ahora bien, el importante historiador de la matemática Eric Temple Bell afirmó que los tres más grandes matemáticos de la historia han sido Arquímedes, Newton y Gauss. El primero murió a los 75 años por porfiado o distraído; después de todo, demostrar teoremas mientras soldados enemigos saquean nuestra ciudad puede traer como consecuencia que lo atraviesen a uno con una espada. Newton vivió 84 años, rodeado de honores, riquezas y adulaciones. Gauss, a los 78, un año después de sufrir un accidente que lo disparó fuera de un coche, aparentemente a alta velocidad.

Leonhard Euler, (ver entrada sobre él en este blog) un suizo de postín, cuyas obras completas pueden llenar solas una biblioteca, vivió 76 años. Veinte años antes quedó absolutamente ciego, pero fue en este período que realizó lo más denso de su obra creativa. ¿Podríamos llamar a Euler el Beethoven de la matemática? ¿O por qué no, más bien, a Beethoven el Euler de la música?

María Gaetana Agnesi, (también tenemos una entrada reciente sobre ella en este mismo blog) la mayor de trece hermanos, que quedaron a su cargo -por cortesía de su padre- una vez que la madre falleció, poco después de que naciera el hijo menor, murió a los 81 años. Su labor en el desarrollo y fundamentación del cálculo infinitesimal es notable y le debemos una curva muy hermosa a la que que llamamos con el sugestivo nombre de bruja de Agnesi.


El álgebra del sigo XIX se apoyó, entre otros, en dos ingleses fantásticos: Arthur Cayley (abogado de profesión) y James Joseph Sylvester. El primero alcanzó 74 años de edad, el segundo 86.







Más cerca de nosotros, vale decir en el año 2000, murió uno de los matemáticos y comunistas más íntegros de la historia (íntegro en ambas facetas de su vida, por eso la acotación); me refiero al historiador matemático Dirk Struik. Había nacido en 1894. lo que sgnifica que vivió apenas 106 años. Seis meses antes de morir había dictado su última conferencia.



Para cerrar, regreso a la antigüedad: Omar Khayyam, matemático, astrónomo, poeta, filósofo y amante del vino murió a los 74 años, después de haber dejado al lado de su obra científica esa joya de la literatura llamada el Rubbayhat, en la que se solaza en todos los placeres de la vida. Cabe preguntar, sin embargo, si esta noticia satisface más a los matemáticos o a los aficionados al vino. Aunque tengo que aclarar que la intersección está lejos de ser vacía.

¡Salud!

4 comentarios:

  1. Estimado Douglas, hace algún tiempo escuché decir, de alguien que aprecio mucho, que según ciertas estadísticas (palabras más, palabras menos) revelan que las personas más longevas son los obispos y los matemáticos; o sea, en tono de chanza, los más inútiles!

    Saludos

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    1. Gottfried Hardy decía que quizás lo único útil que había hecho en la vida fue proteger a (y trabajar con) Ramanujan. Él pensaba que las matemáticas útiles tenían que ser feas por fuerza, las matemáticas más bellas tenían que ser inútiles.

      Si esto lo unimos a su afirmación de que "no hay lugar en el mundo para unas matemáticas feas", entonces hay que concluir que, en su opinión, las matemáticas útiles no eran matemática en realidad.

      La opinión de Hardy se remonta a un platonismo extremo, pero ya Arquímedes había dado el ejemplo de que el talento matemático puede dirigirse a fines prácticos. Aunque hay que reconocer que también Arquímedes sentía algo de vergüenza por sus aportes prácticos e, incluso, por los resultados matemáticos que obtuvo apelando a razonamientos físicos (mecánicos, de hecho) como, por ejemplo, la cuadratura de la parábola.

      ¡Buen tema para tratar! A lo mejor lo pienso para una entrada futura.

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  2. Estimado amigo Douglas.

    Permíteme comenzar por felicitarte por tan entretenido, interesante y educativo blog.

    Cuando recibí tu invitación a visitar tu blog, me lo leí completo de una sola sentada. Me gusto mucho, realmente es divertido seguirte la lectura y como se aprende después de viejo. Imagínate mi sorpresa que descubrí que Euler existió y que fue un matemático importante.

    Tus comentarios sobre cine son impecables y muy inteligentes.

    Gracias por invitarme a leer las entradas de tu blog, como te dije disfruto mucho de tus artículos.

    Sigue así, compañero.

    Un abrazo.

    Luis Rojas Malavé

    PD: El comentario que te hice de Euler era para hacerte una jugarreta. Lástima que mediante el correo electrónico no se puedan ver los rostros, ya que el tuyo ha debido ser un poema cuando leíste mi comentario sobre Euler.

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  3. Gracias, Luis. El calor de los lectores hace que los escritores tengan un impulso. Nadie escribe para sí mismo, todo el que escribe quiere ser leído. Después de todo, la gente con la que uno tiene algo que compartir no siempre está cercana físicamente.

    No lograste engañarme con lo de Euler. Si fuera alguien a quien no conociera como te conozco, podría haberme hecho caer.

    Gracias de nuevo.

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