Alguna gente suele asociar el ejercicio de la ciencia -en general- y de la matemática -en particular- a la adquisición de rasgos de locura por parte de quienes practican estas disciplinas. Toda ciencia -pero especialmente la matemática- es un intento de comprensión de fenómenos, mentales o naturales, a partir de una muy alta organización de los procesos de pensamiento. Pareciera un contrasentido, entonces, que aquello que nos exige una mente lúcida, clara y ordenada nos pueda conducir a desórdenes mentales.
Esta superstición como tantas otras está basada más en la repetición que en la verificación. Científicos locos ha habido, por supuesto. Pero estoy seguro de que hay locos dentro de cualquier profesión y aún fuera de ellas. ¿Alguien ha verificado que, efectivamente, la ciencia da más locos que otras actividades de la vida? Peor aún: ¿la adquisición de la locura está ligada al ejercicio profesional o se trata de factores personales? Queda para los psiquiatras la respuesta.
A este respecto, el delicioso librito “Querido Profesor Einstein”, una edición de Gedisa a cargo de Alicia Calaprice contiene simpáticas cartas de niños dirigidas al gran físico Albert Einstein, de quien se pueden decir muchas cosas, pero no precisamente que haya estado loco. Extraigo una particular que me pareció divertida en extremo.
“6 de mayo de 1949
Querido Señor Einstein:
Le escribo para que nos resuelva una discusión que hemos tenido un chico y yo en el colegio hoy. Los dos estamos en octavo.Es una pregunta rara, pero tiene mucho que ver con usted. Este amigo mío dice que todos los genios acaban volviéndose locos porque en el pasado siempre ha sido así. Yo no he podido convencerlo de que al menos un genio no se volvió loco en el pasado. Le he dicho que usted era un genio y que no se había vuelto loco. Mi amigo dice que usted enloquecerá en menos de un año. Le he contestado que no. Nuestros profesores no han tomado partido y, como era una discusión muy acalorada, hemos decidido escribirle para saber lo que piensa usted. A ser posible, intente no volverse loco. Entre usted y yo, creo que mi amigo no está bien de la cabeza.
Por favor, escríbame y déme su opinión sobre este asunto (tanto si pierde su valiosa cabeza como si no).
Le saluda atentamente,
Sam”
El libro contiene respuestas que Einstein da a los niños. Algunas son deliciosas. Lamentablemente para nosotros la respuesta a esta carta, si la hubo, la desconocemos.
Hola, Douglas. Soy Pablo. A mí también me ha llamado la atención esa leyenda. Como datos curiosos creo recordar que en el libro sobre la biografia de Cantor (y que tu tienes, algo así como el infinito y la Kabbala judia) se comenta que entre los matemáticos la proporción de problemas psíquicos es más alta entre los lógicos matemáticos (Cantor, Peano y otros)y el autor ve una singularidad en eso y da su interpretación. Por cierto, tambien en el libro "The man that only loved numbers" (disculpa el inglés)sobre Paul Erdos, dicen de este matemático excentrico donde los haya, que solo supo sacar de cada instante la máxima felicidad posible (o algo así). Eso también atrajo mi atención. El tema me atrae...
ResponderEliminarGracias, Pablo.
ResponderEliminarEl libro al que te refieres es The mistery of the Aleph (perdona el inglés, je, je) y, efectivamente, toca con cierta intensidad el asunto de la locura de Cantor. Es interesante el hecho de que remarca la debilidad de carácter del alemán y fue ésta la que lo llevó a la locura... claro sumado a los ataques del fanático Kronecker quien, al parecer, era algo violento en dichos ataques. No hay que olvidar que la teoría de Cantor se sostiene en argumentos de existencia alejados de la constructibilidad, lo cual chocaba a Kronecker.
Yo tengo el libro de Erdos pero hasta ahora solo ha sido una promesa (como tantos otros) en mi biblioteca.
Gracias por leer el blog y por tus nutritivos comentarios.
Muy interesante a pesar que para unos es leyenda para otros es verdad, algo muy particular es que muchos matemáticos por más brillantes que sean y obtengan distinciones por sus PhD, se enfrascan en su capsula y sus colegas, e incluso crean dobles personalidades una del lado del matemático y otra del lado de la familia donde creen ser dioses y siempre viven errados de la realidad, resultando así donde alguno de esos familiares empiezan a tildarlo de loco.
ResponderEliminarInteresante tu punto de vista, Anónimo. Sin embargo, yo creo que estas cosas son más bien posturas o falsificaciones antes que actitudes relacionadas verdaderamente con el ejercicio. En todo caso, me parece que están motivadas más por la existencia de los estereotipos.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Hola a todos. En una deliberación de tesis me comentaron que Alexander Grothendieck medallista Fields se aisló por completo del mundo y cuando ve carros acercándose a su finca en Francia les dispara con una escopeta. Giorgi Perelman que se ganó la medalla Fields por publicar en Wikipedia una demostración de la Conjetura de Poincaré rechazó el premio de la medalla declarando: “No quiero estar expuesto como un animal en el zoológico. No soy un héroe de las matemáticas. Ni siquiera soy tan exitoso. Por eso no quiero que todo el mundo me esté mirando.” Años después lo encontraron como indigente en el Metro de Moscú. En fin nuestra profesión está lleno de locos pero creo que es un estigma que de manera mal sana tenemos los matemáticos
ResponderEliminarLos ejemplos que planteas son más excepción que regla. Los matemáticos son seres humanos exactamente iguales que todos los demás seres humanos con sus debilidades y fortalezas.
ResponderEliminarEn el caso particular de Perelman yo creo que este tipo está algo tocado, pero ni su genio matemático es consecuencia de esto ni viceversa. En todas las actividades de la vida hay gente excéntrica y el genio suele serlo porque su cerebro funciona de manera distinta al resto de los mortales. Por ejemplo, Einstein era muy distraído con los asuntos de la vida diaria, pero me imagino la situación de que tú le digas a un tipo como Einstein algo relativo a los bombillos que faltan en la casa y el hombre se pone a pensar en ese momento en la naturaleza de la luz; lo de los bombillos se le olvida, claro.
En todas las disciplinas debe haber excéntricos, geniales o no. Dentro de los geniales podemos pensar en casos como Napoleón, Beethoven, Mozart o Picasso.
Pero en matemática podemos conseguir matemáticos de altísimo vuelo que, con todas sus deficiencias como seres humanos, fueron gente de lo más normal en la vida ordinaria. Se me ocurren ahora casos como los de Euler o Gauss.
Yo seguiré (con variantes) con el tema en este blog, porque me parece interesante.
Es cierto que para la mayoría de las personas los matemáticos somos "excentricos" o "locos", pero cuando nos dedicamos a la investigacion teorica el cumulo de abstracciones en los que nos sumergimos nos obliga a equilibrar nuestra vida con actividades que nos proporcionen equilibrio, así la mayoria de los matematicos somos amantes de las artes como pintura, literatura y especialmente la musica (sobretodo la "clasica")
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