miércoles, 24 de agosto de 2011

Euler: el Beethoven de la matemática

Un día cualquiera del año 1740, un científico se ocupa de su tarea: pensar. Apoya esta tarea con dos sencillos instrumentos: lápiz y papel, mientras a su alrededor unos cinco niños de los trece que procrearía en toda su vida retozan bulliciosamente a su alrededor. Alguno se sube en sus piernas; otro mueve con fuerza su silla de trabajo, producto del empujón que recibió de un tercero; más allá, alguno llora a gritos por el despojo de sus juguetes. Pero el hombre piensa... sólo piensa y escribe. Está terminando una de las 866 obras (entre trabajos de investigación y libros) que dejó dispersas a lo largo de toda su vida, entre la matemática, la física y la astronomía.

Que sus numerosos críos intranquilizaran su alrededor, no era algo que sacara a Leonhard Euler de su profunda concentración. Ni siquiera lo logró la ceguera total que lo afectó a partir del año 1771, época en la que apenas había producido la mitad de sus escritos. De allí el título de esta entrada. Quien ni siquiera haya oído una pieza de Beethoven, no dejará de maravillarse al saber que el músico compuso lo máximo de su obra (que ya de por sí es obra máxima) estando completamente sordo. De la misma manera, construir una obra científica de la dimensión de la de Euler con privación absoluta de la capacidad visual, habla de una hazaña con escasos paralelos. Bueno es decir, sin embargo, que Euler dispuso de una colaboración con la que Beethoven jamás contó.

Leonhard Euler (cuyo apellido se pronuncia “Oiler”) ha sido el matemático más prolífico de la historia. Nació en Basilea, Suiza, en el año de 1707 y trabajó en las Academias de San Petersburgo y Berlín. Su vasta y profunda obra incluye toda la matemática de su época, además de la física y la astronomía. Sus trabajos con las series infinitas inauguran una nueva época para este estudio, que había sido tan relevante en la fundamentación del cálculo infinitesimal. Nos legó importantes notaciones que aún hoy siguen en uso, como por ejemplo la letra griega π para referirse a la relación entre una circunferencia y su diámetro, la letra e para denotar la base de los logaritmos naturales, la notación f(x) para indicar una función matemática, la letra griega Σ para indicar una suma y muchas más.

Era un hombre de buen humor y profundas convicciones religiosas. Ambas cualidades se pusieron de manifiesto en una anécdota que involucra al filósofo agnóstico francés Denis Diderot, a quien Euler invitó a un debate público, en la corte de la emperatriz Catalina de Rusia, en el cual le demostraría matemáticamente la existencia de Dios. Cándidamente, Diderot aceptó el reto y una vez instalados, con un público que incluía a la propia emperatriz, Euler le espetó lo siguiente: “Señor: (a+b^n)/n = x, luego Dios existe. ¡Responda!”. Diderot, un total ignorante en matemática, solo atinó a pedir permiso a la emperatriz para retirarse, entre las risas de todos los presentes. Cualquiera que sepa apenas un poco más de matemática que Diderot, reconoce que la fórmula usada por Euler no dice absolutamente nada que valga la pena. Esto es apenas una muestra del poder intimidante que los símbolos matemáticos ejercen sobre algunas personas, incluso aun teniendo sólida formación en otras ramas.

El 18 de septiembre de 1783, Leonhard Euler sufrió un derrame cerebral. Al sentirlo, dijo suavemente: “Estoy muriendo”. Su profecía se cumplió apenas unas horas después. Así, tranquilamente, acabó la vida de un hombre tranquilo que dedicó toda su existencia a la ciencia.

5 comentarios:

  1. Entre sus escritos, tambien debes mencionar uno de los mas importante fue el totient, donde hoy en día tiene gran aplicabilidad en la teoría de números usada de manera computacional.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Anónimo:

    No me falta solo ese, me faltan quién sabe cuantos más. Estos posts de matemática suelen ser la transcripción de un micro radial que se transmite en un máximo de cinco minutos. La idea del micro (o del post) es la de despertar la curiosidad: en ese caso cuando uno dice que el hombre parió 866 obras y la mayoría siendo ciego, entonces debe provocar leer algo más acerca de él.

    La función totient entre nosotros se llama función phi o función indicatriz. Como me gusta pensar que estas cosas la pueden leer personas ajenas a la matemática, a ellos les digo que si dos números distintos tienen un máximo común divisor igual a uno entonces se llaman primos relativos; dado un número entero cualquiera el valor de su función phi es el número de enteros que son tanto menores que él como primos relativos con él. Hay una fórmula para calcularla usando el teorema fundamental de la aritmética, que es un resultado que se conoce desde el siglo III a.C.

    ResponderEliminar
  3. Saludos Douglas. Me gusto mucho lo de "Oiler": impresionante el tipo, ¿no?. Saludos por allá. Joaquin Andrade

    ResponderEliminar
  4. ¡Joaquín Andrade! Gran sorpresa. Gracias por leer y comentar. Cierto que sí: es impresionante Euler. Seguiré publicando cosas de este tenor, con ánimo divulgativo.

    ResponderEliminar