martes, 3 de noviembre de 2009

Dos frases célebres

Algunas personas se dedican a un pasatiempo muy particular, que a mí se me antoja algo extraño: la recolección de citas. He visto por allí una revista de variedades que tiene una de sus secciones denominada Citas citables, o un nombre parecido, cuyo objetivo -pues se me hace difícil identificar otro- es facilitar el trabajo a los recolectores, sin necesidad de tener que recurrir a la lectura de las fuentes de las citas.
Citas notables en las ciencias hay muchas; bastaría recordar la famosa “E pur si muove”, pronunciada -falsa o verdaderamente- por Galileo al salir del tribunal que lo obligaba a retractarse. Pero quiero hacer mención a dos citas que, desde que las conozco, me han parecido de lo más hermoso que la ciencia haya producido; ambas se deben al genio resplandeciente de David Hilbert y tocan un tema que sacudió con estremecimiento mayúsculo el edificio de la matemática entre los siglos XIX y XX. Me refiero al tema del infinito.

La primera que quiero nombrar dice: “El infinito: ningún otro problema ha conmovido tan profundamente el espíritu del hombre”. Resume de esta manera el genial Hilbert las conmociones históricas que el pensamiento matemático ha sufrido, por la forma en que este concepto ha golpeado esa cosa tan especial a la que hemos denominado sentido común, y de la que algunos han dicho que es el menos común de todos los sentidos. Desde las famosas paradojas de Zenón, travieso pensador de la ciudad griega de Elea, hasta las atrevidas concepciones de Cantor, el infinito retuerce impíamente nuestra capacidad de análisis.
Un ejemplo de esta capacidad de retorcimiento la da una idea del propio Hilbert, quien se atrevió a pensar en un hotel con infinitas habitaciones. No importa si este hotel está lleno, siempre podrá alojarse un nuevo huésped. Basta con avisar por el parlante que cada cliente debe cambiarse a la habitación que tiene un número mayor que el suyo; esto es: quien esté en la habitación 1 se debe mover hacia la 2, para lo cual el cliente de la 2 se ha de mover hacia la 3, lo que necesita que el cliente de la 3 se mueva hacia la 4, etc. Después de todo, como el número de habitaciones es infinito siempre habrá una habitación con un número mayor que otra. De esta manera queda libre la habitación 1 y... ¡problema resuelto!
La otra gran cita hilbertiana dice: “Nadie podrá expulsarnos del paraíso que Cantor ha creado para nosotros.” Quien piense que la intolerancia es solo un problema religioso o social, y nunca científico, haría bien leyendo la biografía de Georg Cantor, quien terminó en un manicomio por la guerra a sus brillantes ideas, que chocaban con el sentido común de grandes autoridades matemáticas de la época, quienes se dieron a la tarea de anatematizarlas.

En la época de Hilbert la polémica estaba absolutamente viva, y el gran alemán aprovechó su enorme y sólido prestigio para llamar la atención al hecho ya visible de que rechazar la teoría cantoriana iba a ser más un lastre que un beneficio. Hoy, cualquier matemático sabe que no irá muy lejos si no toma en serio las ideas de Cantor.

1 comentario:

  1. Douglas!
    Que bueno volver a saber de ti, de verdad me contenta.

    Ya le di una ojeada a tu blog, pero este no es los que se lee por encimita, hay que sentarse a degustarlo como se debe... así que ya me tomaré mi tiempo para hacerlo ;-)

    Mientras, te dejo la dirección de mi proyecto más reciente: Un podcast de bandas sonoras... cuando puedas escúchalo y me comentas qué te parece:
    http://soundtrackpodcast.wordpress.com

    Un abrazo! =)

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