viernes, 12 de agosto de 2011

Prestimentalizadores

Mi amigo Cheo Noguera, con picante travesura, me espeta el siguiente acertijo: “La cuenta de un desayuno se va a pagar entre tres. El total es de Bs. 25, por lo que cada uno paga con un billete de Bs. 10. Al regresar el mesonero con el cambio de Bs. 5, se le entregan Bs. 2 de propina y cada comensal toma un bolívar vuelto, por lo que es claro que cada uno pagó Bs. 9. Pero 9⨯3=27, más 2 de la propina del mesonero dan 29 bolívares. ¿Qué se hizo el bolívar que falta de los 30?”

Al habilidoso que nos engaña con sus dedos y nos oculta las cosas enfrente de nuestros propios ojos lo llamamos prestidigitador, palabra que no significa otra cosa que “el de dedos prestos o dedos hábiles”. En acertijos matemáticos, como el planteado por Cheo hay también un ocultamiento en frente del espectador, pero esta vez se trata del ocultamiento de un dato, es decir de un objeto de la mente por lo que, modestamente, me voy a atrever a llamar a los proponentes de estos acertijos con una palabra de mi cosecha: prestimentalizadores.

Posiblemente mientras yo divagaba en mis delirios filológicos, el lector -más práctico- reflexionó que si los comensales gastaron entre todos Bs. 27, como efectivamente fue, ya en ese monto estaban considerados los Bs. 2 de la propina al mesonero. Así que el acto de prestimentalización fue el hecho de sumarlos de nuevo donde ya estaban incluidos

No hace mucho tiempo se estrenó en España una película de suspenso (thriller, dicen los entendidos) llamada La habitación de Fermat, en la cual cuatro matemáticos van a morir ejecutados por la propia habitación en la que están encerrados, a menos que contesten preguntas que van surgiendo de una máquina. Si no fuera por el hecho de que van a morir, las preguntas serían bastante divertidas. Pero en realidad son tan conocidas que difícilmente un matemático profesional esté verdaderamente en riesgo con ellas.


El palmarés mayor en esto de la prestimentalización se la lleva un profesor brasileño que respondía al nombre de Julio César de Mello y Souza, mejor conocido por nosotros como Malba Tahan, autor de un memorable librito que ha sido la envidia de todos los que escribimos matemática, porque se cuentan por millones las copias que ha vendido y, posiblemente -37 años después de la muerte de su autor- serán millones las que todavía le faltan por vender. Me refiero a El hombre que calculaba.

Les extraigo -ajustado a mi espacio- un acto de prestimentalización que encontramos en este delicioso librito: Un hombre deja su herencia a sus tres hijos exigiendo entregar la mitad de la misma al mayor, un tercio al segundo y la novena parte al menor. Pero la herencia son 35 caballos, por lo cual el reparto solo es posible si uno de los caballos se divide en varias partes, a lo que no están dispuestos. Beremís Samir, el hombre que calculaba, resuelve el problema prestando su propio caballo a la solución, con lo cual se tendrán 36 caballos. Repartidos éstos de la manera indicada, el mayor recibe 18 caballos, el segundo 12 y el menor 4. Pero 18+12+4 resulta igual a 34 caballos, por lo cual el hombre que calculaba resolvió tomar para sí los dos caballos restantes y se ganó un caballo por resolver el problema “desinteresadamente”.

Lector... Mientras te diviertes un rato explicándote qué pasó me voy a preparar la próxima entrada del blog.

11 comentarios:

  1. Douglas, como siempre, muy interesante y ameno tu artículo. Un gran saludos.

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  2. Gracias, Marcos. Los comentarios de los lectores son el alimento de la escritura.

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  3. Hola Douglas, pido a Dios que estés bien al lados de los tuyos, y agradezco a Sidel por haberme enviado el articulo referente a las matemáticas, quizás como tu hayan muchos apasionados por las matemáticas, pero como cuesta hacer que un joven de ahora se interese por ellas...supongo que como todo se volverá a pasar en algún momento por el mismo punto del circulo..dios te cuide y sigas lucido en ellas como siempre.

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  4. Douglas, creo que hay dos reproches que te podemos hacer los que penamos por las clases de matemáticas y álgebra, (las llamadas aulas caudinas) sintiéndonos incomprendidos porque nos gustaban las letras y no los números. Ellos (los reproches) son:
    a) por qué no apareciste antes?
    b) por qué no escribes ( o por lo menos no publicas) más a menudo

    Un abrazo

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  5. Excelente Douglas, sigue compartiendo con nosotros tan preciadas lecturas

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  6. Agradezco a todos mis amigos sus amables y generosos comentarios. La escritura se alimenta de las visiones de los lectores; por eso Borges se enorgullecía más de lo leído que de lo escrito.

    Seguiremos en contacto.

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  7. Sabes Douglas que a mi me sucedio un caso muy curioso referido a los acertijos matemáticos. Leyendo el libro ruso: Matemática Recreativas, me encontre un acertijo de este tipo y en ese momento no le encontre la solución y me entretuve en otra cosa. Pero como a las 24 horas surgió en mi mente un número y cuando retomé el libro resulta que era la solución. Por lo que infiero que mi subconciente continuó trabajando en el problema.
    Saludos Nelson López

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  8. Excelente Douglas, me alegra tu incorporación al mundo de los bloggeros. Incluiré a Cine-mática en HGRproducciones e Iribarren Films

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  9. Nelson: Gracias por compartir. Cuando tengo un problema que no puedo resolver algunas veces uso la estrategia de dejarlo tranquilo para que el subconsciente haga su trabajo. En muchas oportunidades he tenido éxito de esta manera.

    Guillermo: Gracias por tus inclusiones, como te has dado cuenta yo había incluido ya a Iribbarren Films.

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  10. Hola Douglas. Excelente artículo y como siempre muy bien escrito. Este libro fué el primero que me leí en mi vida y creo que ha marcado mi manera de ser como matemático. Recuerdo el pasaje en que Beremís y el autor se encuentran en la posada y el autor relata que a todos Beremís atendía con paciencia y bondad movido por el más alto sentido del altruismo rechazando pagos por sus problemas resueltos. Yo mismo actúo de esa manera doy muy pocas clases particulares pero son tan pocas que simplemente no las cobro. Un abrazo y gracias por este blog que nos reune a los practicantes del arte de Pitágoras

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  11. Algo tiene "El hombre que calculaba" que seduce a todo el mundo. No conozco una persona que no me haga algún comentario acerca de él.

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