En todo juicio sobre violación sexual un punto muy preponderante para jueces, jurados, abogados y -los nunca faltantes- espectadores morbosos es la posible colaboración de la mujer en el acto de violación. Casi podría decirse que todo juicio de este delito deriva más en buscar las conductas femeninas supuestamente generadoras del mismo que de analizar la fechoría como tal.
Si alguna película retrató esta situación con lujo de detalles fue aquella inolvidable Acusados de Jonathan Kaplan, en la que una excelente Jodie Foster (ganadora del Óscar y del Globo de Oro, por su actuación en ella) pasa de víctima a victimaria, por su "provocación" de la violencia.
El último duelo, la más reciente película de Ridley Scott recoge el tema nuevamente, pero esta vez con la escena situada en la Edad Media, en la segunda mitad del siglo XIV. Puede ser que con esta película, quiera decirnos Ridley Scott que no es mucho lo que hemos avanzado en la materia. Salvo quizás las terribles penas a las que se arriesgaba la mujer, ella siempre ha llevado el hándicap de la sospecha de provocación. Y, lamentablemente, podrían ser sus propias congéneres femeninas quienes dejen las dudas más profundas al respecto.
Con un guion interesante -de Matt Damon, Ben Affleck y Nicole Holofcener- que nos cuenta la historia principal tres veces, desde los puntos de vista de tres protagonistas distintos, al estilo de Kurosawa, creo reconocer también en la película la influencia de Sam Peckinpah, sobre todo en la escena de la violación, la cual me hizo recordar la de Los perros de paja que, por su ambigüedad, tantos calificativos de misoginia dejó caer sobre el californiano. Por supuesto que Scott no los recibirá, puesto que manejó muy hábilmente cada punto de vista.
La puesta en escena es impecable, los escenarios magníficos y las actuaciones hacen un juego extraordinario con el todo, en el que el enfrentamiento de tres hombres (dos contra uno) producen un suspenso permanente en el espectador. Un cínico conde Pierre d'Alençon (Ben Affleck), descarga toda su repulsión sobre el caballero Jean de Carrouges (Matt Damon), apoyado en el arribista Jaques Le Gris (Adam Driver), quien inicialmente es amigo del segundo, para pronto traicionar la lealtad que le debía. La presencia de Marguerite (Judie Comer) endulza la pantalla ante tanta violencia con un rostro inmensamente bello y luminoso.
Parece que lo mejor de las productoras quedó para el fin de año. Disfrútenla.